3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo, donde tú estés, y
hablaré por ti a mi padre; veré lo que hay y te avisaré.»
4 Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: «No peque
el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te
ha hecho grandes servicios.
5 Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran
victoria para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué,
pues, vas a
pecar contra sangre inocente haciendo morir a David sin motivo?»
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: «¡Vive Yahveh!, no
morirá.»
7 Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y
llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.
8 Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les
causó una gran derrota y huyeron ante él.
9 Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh; estaba sentado en
medio de la casa con su lanza en su mano y David tocaba.
10 Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David
a Saúl y la lanza se clavó en la pared; huyó David y se puso a
salvo.
Aquella misma noche
11 envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle y matarle por la
mañana, pero su mujer Mikal advirtió a David: «Si no te pones a salvo esta
misma noche, mañana morirás.»
12 Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó
poniéndose a salvo.
13 Tomó Mikal uno de los terafim y lo puso en el lecho, colocó una
estera de pelos de cabra a la cabecera y la cubrió con un vestido.
14 Cuando Saúl mandó gente para prender a David, ella dijo: «Está
enfermo.»
15 Pero Saúl envió de nuevo los emisarios para ver a David y les dijo:
«Traédmelo en su lecho, para matarlo.»
16 Entraron los enviados y hallaron un terafim en el lecho y la estera
de pelos de cabra en la cabecera.
17 Dijo Saúl a Mikal: «¿Por qué me has engañado y has dejado
escapar a mi enemigo para que se salve?» Respondió Mikal a Saúl: «El me
dijo: déjame escapar o te mato.»